Es el último post del año... joder qué año... Y, vaya, lo cierto es que este año que ha sido nefasto por tantas razones, en lo personal ha sido un año magnífico, para no olvidar. Un año de encuentros. Huelva, Moguer, Chiclana, Las Palmas y La Laguna han sido espacios señalados por esos encuentros fántásticos, a los que hay que añadir los encuentros generados por/en la Red.
Encuentros con Antonio, , con Quique, Ike, en La Laguna, con Ernesto siempre...
Con Eva, con David, con Daniel, con Jesús y tantos otros en Moguer..
Con Miguel Angel, David Eloy, Jose María, en Chiclana...
Con Marcos, Pedro Jorge, Rafael, David, , Germán, Victor, Sergio, y tantas y tantos otros, en la Red.
Con los Trapera, aquí, en Las Palmas...
Qué se yo...
Pues para cerrar el año con un cierto buen sabor de boca, entre tanta desgracia colectiva, he querido rescatar un poema de una de las personas que he tenido el privilegio de conocer este año: Jesús Lizano. Con este poema que emana el radical optimismo libertario de Jesús, y ser optimista es hoy, más que nunca una tarea revolucionaria, les dejo hasta el año que viene. Feliz 2005 para tod@s.
CABALLITOSQue instalen caballitos
en todas las calles,
que llenen de caballitos las ciudades.
Siglos
llevamos con el invento de feria en feria
sin descubrir su humanísima aventura.
Que celebren los novios
su viaje en los caballitos,
de caballito en caballito.
Que cada familia tenga sus caballitos,
¡todos en los caballitos!
Que los amigos
hablen y sueñen y discutan
dando vueltas en los caballitos.
En ellos celebren su consejo los ministros,
mientras queden ministros,
y en ellos se reúnen los señores obispos,
naturalmente, revestidos
de señores obispos,
mientras queden obispos.
Los pobres subirán para reírse del mundo
y los ricos
¡que suban los ricos a los caballitos
mientras todos los aplaudimos!
¡Y los señoritos!
¡Que suban los señoritos!
Y que acudan todos los solitarios, todos los vagabundos.
Y el congreso de los diputados
será el congreso de los caballitos.
Y los empresarios ¡qué risa, los empresarios!
Que suban los empresarios con los asalariados,
mientras existan salarios.
¡Los salarios del miedo!
Y, venga: comités centrales,
mafias, sectas, castas, clanes, etnias:
¡a los caballitos!
Y los músicos con los guardabosques
y el alcalde y los concejales
con las verduleras y los panaderos.
¡Viva! ¡Viva!,
gritarán los niños cuando vean
que suben los Honorables.
¡Venga, Honorables!:
¡A los caballitos!
Vamos a la ciudad a subir a los caballitos,
dirán los monjes a sus abades.
Y los académicos:
que se reúnan los académicos en los caballitos
y que se cierren todas las academias.
¡Ah, si todos los filósofos hubieran subido a los caballitos!
Que instalen caballitos en las cárceles,
en los cuarteles,
en los hospitales,
en los frenopáticos
y que se fugen todos
montados en los caballitos.
Y todos los jueces a los caballitos,
¡venga! ¡venga!: ¡a los caballitos!
¿Y nada de procesos y de sentencias!
¡Ya vale de juzgar los efectos y no las causas!
¡A los caballitos!
Y que todos los funerales
se celebren montados en los caballitos
al paso silencioso y tranquilo de los caballitos.
Es la nueva ordenanza,
es el nuevo precepto:
¡todos a los caballitos!
¡La cabalgata de los caballitos!
¡Hacia la confederación de todos los caballitos!
Hasta que todos fuéramos niños...