Enrique Falcón
He pasado el fin de semana haciendo varias cosas: tarareando el himno de Riego (que también es un himno español, qué demonios), sacudiendo la cabeza pensando en siete muertes inútiles en los alrededores de Bagdad, a las que se han sumado cerca de 40 muertos al día siguiente en un poblado iraquí, en una operación de las fuerzas ocupantes. Es importante no perder el sentido de las proporciones. �Qué lástima! �Qué verguenza! En términos de lenguaje, algo que me preocupa: es llamativo como se anda sobando la palabra "terrorismo". El problema es que las palabras que se usan para todo acaban por significar nada, por perder cualquier valor movilizador. Deberían tener más cuidado con esto.
Principalmente, he estado leyendo "La marcha de los 150.000.000" de Enrique Falcón. Quien quiera hacer lo mismo, puede bajarse este libro desde la página personall del autor. Lo cierto es que me siento abrumado. Hacía mucho que no me encontraba ante una obra tan audaz, tan ambiciosa. La referencia más cercana que se me viene a la cabeza es el "Cántico Cósmico" de Ernesto Cardenal, y no es una cercanía sin sentido, ya que ambos poemarios surgen de personas integradas en las comunidades cristianas más implicadas con los pobres de la Tierra. Podría ser válido para esta obra lo que J.M. Valverde dijo de la de Cardenal: "Si lo comparo con la poesía que se hace en este país, entre anémica y excrementicia, me quedo sin palabras: me falta el aliento. �Qué aplomo! �Qué valentía!".
Por lo demás todo son diferencias a la hora de trabajar los poemas. Enrique Falcon escribe versículos muy vinculados a la veta surrealista, con conexiones imaginativas sorprendentes y con una fuerte musicalidad en algunos momentos. A veces el desborde de imágenes es demasiado, agota al lector, rebosa; pero en otras es extremadamente iluminador. "La marcha de los 150.000.000" se abre desde una cita del poema homónimo de Maiakovski, poeta en el que parece que Falcón encuentra una lejana alma gemela, pero el tono, el ritmo,de ambas marchas es diferente. La de Maiakovski es un canto de guerra rebosante de optimismo: la Rusia revolucionaria eclosionaba. Brotaban los soviets y la coalición internacional no podía resistir el empuje reviolucionario.Todo iba a ir bien. El cielo estaba al alcance de las manos de las masas explotadas. Vamos, Vamos, vamosvamos, canta Maiakovski, como tratando de impulsar el movimiento del pueblo con su aliento... pero todos sabemos qué pasó con Maiakovski, y con la revolución rusa, y con otras revoluciones... A Falcón no le sale el tono optimista, le sale un tono de rabia esperanzada, con esa esperanza frente a todo que tienen los cristianos auténticos, basada en el concepto de resurrección, de que uno no está nunca muerto del todo por mucho que lo maten, que el pueblo de dios siempre encarna... (Joder, como estoy, yo que soy un ateo convicto...). "La Marcha..." de Falcon no va al ritmo frenético de la de Maiakovski, es más un ritmo de caminata, del lento andar de los 150.000.000 de deseheredados que caminan hacia la Babilionia del mundo rico, buscando una reparación, huyendo de la miseria, con las hambres en la tripa. Tiene, a veces, ritmo de blues. No es "adelante", sino "Vamos, camina". En ocasiones, el tono es el de los profetas bíblicos, que no evita en citar expresamente: profecía del castigo y de la victoria.
"La Marcha" es un poemario extenso y de recorrido abierto, así lo define su autor, y es una obra exigente con la persona que la levanta. No conozco a Enrique, pero pienso que hace falta una enorme personalidad para aceptar que la poesía le eche a uno sobre las espaldas una carga como esa. Se identifica a Falcón con una tendencia de "poesía de la conciencia crítica". En los textos que le he leído, no se corta en reivindicar a otros poetas españoles que operan desde una poesía que no soslaya los desgarros del mundo, y me parece bien. Si bien a mí la etiqueta no me hace muy feliz, por lo rimbombante, Falcón explica bastante bien su sentido en la entrevista que recoge la revista poética en línea Almacén. Su lectura también es recomendable, pero no tanto como "La marcha de los 150.000.000". De alguna manera, la nueva colectividad mundial implicada en la lucha eco-social transnacional, va encontrando sus símbolos: Seattle, Porto Alegre, Génova, su música: Manu Chao, y sus poetas. Es inevitable, todo colectivo en marcha escribe sus propias canciones, y Enrique es una voz que quiere, expresamente, ser coral.
A cuento de todo esto, una simple observación: la poesía es una experiencia en torno al lenguaje, o una experiencia del lenguaje. No creo que eso se pueda discutir hoy en día. Pero, el lenguaje es un producto social, quizás el más social de todos, y las palabras, ya lo dijo Blas de Otero, significan (qué putada, dirán algunos) por lo cual, en torno o desde el lenguaje es inevitable tomar posición cada vez que se escoge una palabra para un poema, o se evitan otras, o se trata de trasnformar su/s sentidos, estamos tomando una decisión de raíz individual, quien lo duda, pero con una esencial dimensión social. Que nadie se engañe: No hay inocentes en esto de la poesía. Cada palo habrá de aguantar su vela.
He pasado el fin de semana haciendo varias cosas: tarareando el himno de Riego (que también es un himno español, qué demonios), sacudiendo la cabeza pensando en siete muertes inútiles en los alrededores de Bagdad, a las que se han sumado cerca de 40 muertos al día siguiente en un poblado iraquí, en una operación de las fuerzas ocupantes. Es importante no perder el sentido de las proporciones. �Qué lástima! �Qué verguenza! En términos de lenguaje, algo que me preocupa: es llamativo como se anda sobando la palabra "terrorismo". El problema es que las palabras que se usan para todo acaban por significar nada, por perder cualquier valor movilizador. Deberían tener más cuidado con esto.
Principalmente, he estado leyendo "La marcha de los 150.000.000" de Enrique Falcón. Quien quiera hacer lo mismo, puede bajarse este libro desde la página personall del autor. Lo cierto es que me siento abrumado. Hacía mucho que no me encontraba ante una obra tan audaz, tan ambiciosa. La referencia más cercana que se me viene a la cabeza es el "Cántico Cósmico" de Ernesto Cardenal, y no es una cercanía sin sentido, ya que ambos poemarios surgen de personas integradas en las comunidades cristianas más implicadas con los pobres de la Tierra. Podría ser válido para esta obra lo que J.M. Valverde dijo de la de Cardenal: "Si lo comparo con la poesía que se hace en este país, entre anémica y excrementicia, me quedo sin palabras: me falta el aliento. �Qué aplomo! �Qué valentía!".
Por lo demás todo son diferencias a la hora de trabajar los poemas. Enrique Falcon escribe versículos muy vinculados a la veta surrealista, con conexiones imaginativas sorprendentes y con una fuerte musicalidad en algunos momentos. A veces el desborde de imágenes es demasiado, agota al lector, rebosa; pero en otras es extremadamente iluminador. "La marcha de los 150.000.000" se abre desde una cita del poema homónimo de Maiakovski, poeta en el que parece que Falcón encuentra una lejana alma gemela, pero el tono, el ritmo,de ambas marchas es diferente. La de Maiakovski es un canto de guerra rebosante de optimismo: la Rusia revolucionaria eclosionaba. Brotaban los soviets y la coalición internacional no podía resistir el empuje reviolucionario.Todo iba a ir bien. El cielo estaba al alcance de las manos de las masas explotadas. Vamos, Vamos, vamosvamos, canta Maiakovski, como tratando de impulsar el movimiento del pueblo con su aliento... pero todos sabemos qué pasó con Maiakovski, y con la revolución rusa, y con otras revoluciones... A Falcón no le sale el tono optimista, le sale un tono de rabia esperanzada, con esa esperanza frente a todo que tienen los cristianos auténticos, basada en el concepto de resurrección, de que uno no está nunca muerto del todo por mucho que lo maten, que el pueblo de dios siempre encarna... (Joder, como estoy, yo que soy un ateo convicto...). "La Marcha..." de Falcon no va al ritmo frenético de la de Maiakovski, es más un ritmo de caminata, del lento andar de los 150.000.000 de deseheredados que caminan hacia la Babilionia del mundo rico, buscando una reparación, huyendo de la miseria, con las hambres en la tripa. Tiene, a veces, ritmo de blues. No es "adelante", sino "Vamos, camina". En ocasiones, el tono es el de los profetas bíblicos, que no evita en citar expresamente: profecía del castigo y de la victoria.
"La Marcha" es un poemario extenso y de recorrido abierto, así lo define su autor, y es una obra exigente con la persona que la levanta. No conozco a Enrique, pero pienso que hace falta una enorme personalidad para aceptar que la poesía le eche a uno sobre las espaldas una carga como esa. Se identifica a Falcón con una tendencia de "poesía de la conciencia crítica". En los textos que le he leído, no se corta en reivindicar a otros poetas españoles que operan desde una poesía que no soslaya los desgarros del mundo, y me parece bien. Si bien a mí la etiqueta no me hace muy feliz, por lo rimbombante, Falcón explica bastante bien su sentido en la entrevista que recoge la revista poética en línea Almacén. Su lectura también es recomendable, pero no tanto como "La marcha de los 150.000.000". De alguna manera, la nueva colectividad mundial implicada en la lucha eco-social transnacional, va encontrando sus símbolos: Seattle, Porto Alegre, Génova, su música: Manu Chao, y sus poetas. Es inevitable, todo colectivo en marcha escribe sus propias canciones, y Enrique es una voz que quiere, expresamente, ser coral.
A cuento de todo esto, una simple observación: la poesía es una experiencia en torno al lenguaje, o una experiencia del lenguaje. No creo que eso se pueda discutir hoy en día. Pero, el lenguaje es un producto social, quizás el más social de todos, y las palabras, ya lo dijo Blas de Otero, significan (qué putada, dirán algunos) por lo cual, en torno o desde el lenguaje es inevitable tomar posición cada vez que se escoge una palabra para un poema, o se evitan otras, o se trata de trasnformar su/s sentidos, estamos tomando una decisión de raíz individual, quien lo duda, pero con una esencial dimensión social. Que nadie se engañe: No hay inocentes en esto de la poesía. Cada palo habrá de aguantar su vela.
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