Islas en la Red

27.3.05

El hombre que estuvo en San Borondón

mapa de San Borondón



Me enteré ayer por la prensa electrónica local, de que dentro de muy poco, el próximo día 30, se inaugura en el CICCA de Las Palmas de Gran Canaria una exposición que promete ser muy interesante, y que ya ha pasado por Santa Cruz de Tenerife. Aquí reproduzco parte de la reseña de la exposición recogida delñ períodico Canarias 7:

"¿Es posible descubrir enseres personales, notas, apuntes, dibujos y fotografías de la isla de San Borondón, de la auténtica y para muchos mítica isla sumergida de San Borondón? La respuesta es que sí. Basta con acudir al Centro Cultural de La Caja de Canarias (Cicca) a lo largo del mes de abril.

San Borondón: la isla descubierta es una apasionante y sorprendente exposición que se inaugura el miércoles 30 de marzo, a las 20.00 horas en el Cicca, centrada en la figura del naturalista inglés Edward Harvey, que durante media década trabajó para la Royal Society,realizando diversos viajes a la costa africana y conociendo la naturaleza y modos de vida de las Islas Canarias.

A este viajero e historiador se le considera «Descubridor de San Borondón», tal y como él intentó demostrar a través de numerosos documentos, que llegarán al Cicca en abril. La muestra reúne también decenas de dibujos, grabados, maquetas, cartografías marinas de la época, y reproducciones a partir de los dibujos de Edward Harvey de los diferentes animales que él aseguró haber encontrado en San Borondón y desconocidos para la ciencia, todo ello acompañado por diversos elementos utilizados y hallados durante su supuesta expedición, como fusiles, su cámara fotográfica, animales disecados,fósiles, minerales, etcétera.

En 1862 Edward Harvey llegó por primera vez a Tenerife en una expedición de investigación junto a otro respetado naturalista,Theodore Booth, y fue en esta isla donde oyó hablar a los marinos y gentes del lugar de la leyenda de la Isla de San Borondón,interesándose inmediatamente por ella. Tal es así que a su regreso a Londres trató por todos los medios de que la Royal Society le subvencionase una expedición en busca de San Borondón.

Tachado de loco, Edward pidió ayuda a su familia y vendió todos sus bienes para lograr obtener los fondos necesarios para emprender su aventura.

En septiembre de 1864 regresó a Tenerife, ya con los fondos para su expedición. Fletó un pequeño barco y contrató una modesta tripulación capitaneada por el gaditano Rafael Méndez del Rey, partiendo en busca de la isla. Con sus fotografías, notas y dibujos, así como el contenido de un revelador diario, aseguró que realmente estuvo allí,pero muchos fueron los que se preguntaron si ¿encontró realmente su ansiada isla de San Borondón? ¿Son fidedignos los datos e indicaciones sobre la localización exacta de la isla? ¿Acaso fue presa de alucinaciones o ensoñaciones propias de una estancia prolongada en alta mar o alguna enfermedad padecida?"


Reconozco que no conocía la figura de este científico, explorador y evidente visionario que fue Edward Harvey, del que no he encontrado referencia válida alguna en la Red. La historia de San Borondón es una parte esencial del imaginario colectivo canario, es una leyenda que todos conocemos aquí desde chicos, y ha sido asumida por diferentes artistas e intelectuales isleños como una metáfora de la identidad canaria: móvil, difusa, pero resistente en el tiempo.

Pese a las fantasías de los magufos habituales,debidamente contestados, está claro que San Borondón, como territorio de rocas y arenas no existe, pero no es menos cierta su fuerte presencia, su realidad imaginativa: es un territorio virtual, y Harvey uno de esos exploradores de tierras incógnitas, "non trubadas", que se dejó devorar por su sueño.

San Borondón sigue, sin embargo, apareciendose de vez en cuando, alimentado los sueños de una tierra diferente, más rica y justa, sueños de los que comieron los isleños que emigraron a miles hacia el horizonte occidental, a Cuba y a Venezuela.

Contaban los antiguos, que en la amanecida de la noche más corta del año, la de San Juan, podía verse bailar al sol sobre la raya del horizonte:

“Yo vide bailar el sol
la mañana de San Juan
Y ahora veo en el terrero
a dos hermanos bailar.”


Y dicen también, que en ese amanecer, si se afina la vista, pueden verse los contornos de la isla de San Borondón, la isla soñada, la "non trubada" pero siempre buscada. La búsqueda nos mueve. Tal vez San Borondón podría ser un buen enclave para una segunda biblioteca de las indias electrónicas.

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