Islas en la Red

14.11.03

Sobre el IV Congreso Internacional de la Lengua

He ido siguiendo las informaciones en prensa sobre este IV Congreso Internacional de la Lengua, dedicado a la poesía actual bajo el lema "Poesía necesaria"; algunas veces, el seguimiento se ha acompañado de una sonrisa, no sé si irónica. Es de celebrar, en todo caso, que un evento de este tipo sea cubierto por los medios de comunicación y se le dedique espacio en la prensa. En El País de ayer, me encontré con la proclamación de la existencia de una "generación del entendimiento y del diálogo" ("qué bodito" y "qué hedboso", rescatando a los geniales Martes y Trece). El periodista de El País que sigue el Congreso celebrado en Valladolid, nos informa que se acabaron los días de las peleas, que las diferentes tendencias poéticas a partir de ahora coniven en paz. Dijo Villena (Luis Antonio): "Las dos grandes tendencias actuales en España caminan juntas y se influyen". Ha surgido, proclama, el periodista "La generación del entendimiento".

El texto completo de la reseña de la última sesión del congreso parece dirigido a contradecir a Juan José Millás, cuando comentó en una acerada columna que, si hubiese una "operación triunfo" de poetas, los niveless de violencia no serían admisibles ni siquiera por el curtido espectador medio. Parece ser que ya no hay peleas entre grupos y "escuelas", y que todos tratamos de llevarnos bien y compartir el reducido espacio social de la poesía. Pues vale. Echando un vistazo a los participantes, el poeta más jóven de la mesa, VIcente Gallego, es de mi quinta (la del 63, recientes cuarentones, o, en mi caso, a puntito de serlo). Bien, si con cuarenta años sigues escribiendo poesía, y te tomas esta ocupación en serio, eres un verdadero superviviente, y tienes poco tiempo y menos ganas de quemar energías con debates estériles con otros supervivientes, aunque no compartas, o deplores en algún caso, sus posiciones estético/políticas (conceptos estos más ligados de lo que parece). Incluso, la común condición sobreviviente crea un lazo de cierta solidaridad por encima de las diferencias de criterio. Hemos llegado hasta aquí, vamos a llevarnos bien, anda.

No sé si eso significa que la producción poética de cada cual mejore, una vez concentradas las energías en la creación y no en la riña, o que la mutua influencia lamine las diferentes voces hasta llegar a ese tono estandarizado que alguna crítica acoge tan bien. Lo que sí creo es que se pasa a ser más libre, y las decisiones se vuelven radicalmente individuales, o si se prefiere, personales. Ya no puedes pretender esconder tu voz en coro alguno.

Más, dicho todo esto, considero esencial que, de cuando en cuando, un nuevo grupo de jóvenes rabiosos y rabiosas, la emprenda a pedradas con las tranquilas aguas del estanque, y proclame a todos los vientos que todo lo escrito antes de su llegada, y en particular los escrito por quienes les antecenden de manera inmediata, no vale un real. La confrontación es vida (da vidilla una buena bronca de vez en cuando, sí señor...) y además sirve para preguntarse por las propias ideas y posicionamientos, sea para reafirmarlos o para darles la vuelta.

Haya paz y comercio entre nosotros, oh poetas, pero no tanta.